Elena heredó el piso de sus padres en el centro de su ciudad cuando fallecieron. Tras meses de dudas, decidió alquilarlo: las facturas y el mantenimiento eran costosos, pero no quería poner en venta el piso, y pensó que ese ingreso extra le vendría bien para la universidad de su hija.
«Al principio tenía miedo», reconoce. «Era el piso de mis padres, con todos esos recuerdos…» Pero la realidad económica se impuso. Una joven pareja lo alquiló, encantados con la ubicación y lo luminoso y bien cuidado que estaba el piso.
Los primeros meses fueron un sueño. Pagaban puntualmente y todo eran facilidades. «Parecían los inquilinos perfectos», recuerda Elena. Hasta que un día, los pagos empezaron a retrasarse. Primero fue «un problemilla temporal». Luego, silencio. Las facturas de luz y agua empezaron a llegar sin pagar. Y cuando finalmente pudo acceder al piso, había facturas pendientes por todas partes.
«Si hubiera sabido que existía un seguro de alquiler…», lamenta Elena. Como ella, muchos propietarios descubren tarde que existe una herramienta que les habría ahorrado disgustos y dinero. Un seguro que no solo garantiza el cobro de la renta mes a mes y los suministros, sino que también cubre una cantidad económica por actos vandálicos y ofrece defensa jurídica. Incluso estudian la solvencia de los inquilinos antes de firmar el contrato.
Hoy, Elena tiene nuevo inquilino y, por supuesto, un seguro de alquiler. «La tranquilidad no tiene precio. Ahora puedo centrarme en lo importante: la universidad de mi hija y mantener vivo el legado de mis padres en este piso.»
Como tus corredores de confianza, queremos que tu historia tenga un final feliz. Con un seguro de alquiler es un “win-win”, ya que ganan ambas partes, seas propietario o inquilino. No esperes a tener problemas para proteger tu inversión o tu hogar.
¡Merece la pena!
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